Los Pasos de Barca del Ebro

​El paso de barca de Benifallet tuvo una importancia relevante para el municipio hasta la construcción del puente del Llaguter en 1991. Honrarlo y poner en valor el papel destacado que jugó tanto en la economía como en la vida cotidiana del pueblo es el objetivo del mural que se ha diseñado en el paso de barca de la orilla izquierda. Recordando su memoria recuperamos un espacio que contribuye a crear riqueza en nuestro pueblo, desde un sector fundamental como es el turismo.

Un turismo que da relevancia a su patrimonio. El mural es obra del artista inglés, reconocido internacionalmente por su técnica Reverse, Paul Curtis. https://setmanarilebre.cat/paul-curtis-i-la-seua-tecnica-reverse-graffiti-que-vol-conquerir-les-terres-de-lebre/. El proyecto de recuperación del espacio cuenta con el apoyo del IDECE. En esta entrada, podréis encontrar enlazada la información tanto del IDECE, que se encarga de la navegación en nuestro territorio, como de los pasos que aún están en funcionamiento actualmente, el de Miravet, el de Garcia y el de Flix.

 

 

Un parell de llaüts i un taulat;
uns taulons i uns cables;

un home, el barquer, i una història; a festes, la banda, els ànecs i els focs.

Qui no ha passat per la barca,
a peu o a cavall,
amb tractor o amb carro,
per treballar o anar-se a banyar;
i el dia que hi ha molta corrent

a donar la volta si passar és urgent, i si no... cap a casa...!

(...)

“La Barca”. Jaume Massip

EL PASO DE BARCA DE BENIFALLET

La función del PASO DE BARCA había sido y fue durante siglos el medio para conectar las dos orillas del río, ya fuera para desplazarse hacia algún pueblo o sobre todo el paso de campesinos, animales y vehículos que se dirigían al cultivo de las tierras al otro lado del término. La barcaza se sujetaba gracias a una corriente que pasaba por la gúmena, que antiguamente podía ser una cuerda de cáñamo o de pita. En cada barca había un barquero que era un experto en asuntos de río y trabajaba de sol a sol. Aunque lo solían hacer los mismos viajeros, el barquero era el encargado de atar y desatar la embarcación a los embarcaderos, llamados puentes, que con un sistema de cadenas podían subir o bajar según la oscilación del nivel del río. En el extremo del embarcadero que daba al río había dos ganchos, donde se ataba la barca mediante cuerdas o cadenas que llevaba la embarcación.

Las barcas estaban formadas por dos llaüts, de entre 25 y 35 toneladas, colocados paralelamente y separados por una distancia de unos tres metros. Encima de ellos, se instalaba una plataforma de madera cuadrada hecha a base de tablones. Los tablones eran fijados entre sí con pasamanos de hierro y luego la plataforma se enclavaba en los bordes del casco del llaüt.


Los tres últimos barcos de la Barcassa de Benifallet fueron:

1. El barco SAN JUAN (único superviviente de los barcos anteriores a la Batalla del Ebro), construido en 1933 y propiedad de Jaume Gabriel Trilla, vecino de Benifallet. Pesaba 13,35 toneladas y unos 17,75 metros de eslora, 2,73 de manga y 1,08 de puntal. Se había construido en Tortosa por el carpintero José Sánchez Curto y había costado 18.000 pesetas. A finales de los años 90 se intentó sin éxito recuperarlo del río para su restauración, pero finalmente se hizo inservible a causa de la intemperie.

2. Del barco CARDENAL no se tiene constancia del año de construcción, pero se sabe que después de la inauguración del Puente del Llaguter se vendió a la Diputación General de Aragón. Ésta, como propietaria en última instancia, después de la venta lo cedió al Ayuntamiento de Faió en 2007, donde todavía hoy en día sigue su trabajo a través del río. Pesa 14,13 toneladas y tiene 18,68 metros de eslora, 2,82 de manga y 1,05 de puntal. Se construyó en Tortosa por el carpintero José Sánchez Curto y costó 12.000 pesetas.

3. Del barco CLAYRE no se tiene constancia de su fecha de construcción ni de sus medidas, pero se sabe que se compró junto con el Cardenal por parte del Ayuntamiento de Benifallet para la modernización del Pas de Barca. Algunas fuentes apuntan que se encuentra hundido en el río, que es, según se explica, la manera tradicional de conservar una embarcación.

 

 

 

LA NAVEGACIÓN FLUVIAL. LOS LLAGUTS

La huella que el Ebro ha dejado sobre la tierra de Benifallet ha marcado la historia de nuestro pueblo, que es uno de los referentes cuando hablamos del oficio de llaguter y de barquer.

El río Ebro ha sido una vía de comunicación de primer orden desde hace miles de años, una prolongación de las rutas marítimas del Mediterráneo, un camino comercial y militar hacia el interior hasta bien entrado el siglo XX. El sistema más utilizado para remontar el río es el de la sirga. El patrón, situado en la popa, sostiene la cuerda llamada ségola o sirga que, pasando por el extremo superior del palo, acaba con el sirgador. Se requiere mucha altura de palo para salvar los cañaverales, los árboles de ribera y los demás obstáculos que se interponen entre el camino de la sirga y la embarcación. Además, se necesita una gran longitud de cuerda para pasar por los numerosos lugares en los que el fondo del río obliga a pasar por puntos muy distantes de la riba donde se traza el camino. "Cuando la sirga se hace con hombres, cada uno recibe un nombre especial: el de delante, llamado daliner, se ayuda con un bastón llamado dalí y se protege el hombro con unas hombreras de madera; en el caso de que haya dos sirgadores, el segundo se llama rerassaguer o zaguero; cuando son más, el segundo se llama nusd'ase y no se ha registrado nunca más de cuatro sirgadores. Cuando se utiliza un mulo, este necesita de uno a dos hombres para que se ocupen de él. Es un trabajo duro debido a los caminos malos y a los cañaverales o arbustos que pueblan las orillas" (Carreras Candi, 1993:317).


Francesc Cost explica en su libro Benifallet entre dos segles que "para poder sirgar, una de las cosas imprescindibles que había era que necesariamente, a lo largo del río y en el mismo borde de la riba, se tenía que respetar un caminito por el que pasaban los que hacían la sirga, tanto si eran personas como si eran animales. Los propietarios de las tierras no podían poner ningún impedimento ni obstáculo, y los llaguters tenían cuidado, por cuenta propia, de conservarlo limpio". El viaje río arriba exigía el remolque de llaguts. Por lo tanto, como hemos explicado, un matxo, y más antigua mente los llaguteres, tiraban del llagut por el camino de sirga. "El llagut se aguantaba por la gúmena, pero para hacerlo avanzar cuando no había suficiente corriente, para que lo hiciera ella sola gracias a la posición del timón, había unas barras largas de madera con una puntera de hierro al final para que no se gastasen: entonces, los hombres de más buena voluntad las cogían, una delante y otra detrás; como no había ninguna ley que señalase quién las debía coger, siempre había algún vivo que intentaba escaparse" (Francesc Cots, Benifallet entre dos segles).

 

Los LLAGUTS fueron los últimos transportes fluviales de mercancías. De construcción artesanal de madera, realizada por los maestros de hacha o carpinteros de ribera en los astilleros, tenían unas dimensiones medias de unos 20 metros de eslora, 2,3 metros de manga y apenas unos 12 cm de calado. Podían transportar unas 30 toneladas de bajada y unas 10 de subida. Remontar el río en contadas ocasiones se hacía a vela y la mayoría de las veces se hacía desde el Camino de Sirga con los sirgadores antiguamente y luego con un bote guiado por un hombre "el matxero". Por las aguas de Benifallet navegaron llaüts como el Nova Espanya, el Caragirat, el Cara Negra y el Pirata, junto con el Mari Juana y el Jose Ramon, de los Blanquet, y el San Juan, de los Banyot.

El desarrollo y mejora de la red de transportes terrestres, y la construcción de los embalses de Riba-roja y Mequinensa, provocaron la desaparición definitiva de la navegación fluvial comercial a finales de los años 60 del siglo XX. Benifallet, sin embargo, mantuvo una barca de paso hasta 1991.

 

EL PUENTE DEL LLAGUTER

Con la construcción del Puente del Llaguter de Benifallet, en el eje del Ebro, se estableció la comodidad comunicativa del pueblo con el resto de pueblos vecinos. El Llaguter representó un antes y un después para el pueblo, que hasta ese momento se encontraba muy mal comunicado por carretera, a través del puerto de Som, con Tivenys y Tortosa. El eje del Ebro y el puente del Llaguter abrieron el pueblo al resto de la comarca, y también a la Terra Alta y la Ribera d'Ebre. Se convertía en un elemento clave de la comunicación viaria no solo para Benifallet sino para el conjunto de las Terresde l'Ebre.

El puente tiene 231 metros de longitud, tiene tres ojos de 68,5m, 94m y 68,5 metros. Construido con 96 piezas, con dovelas prefabricadas, técnicamente es hiperestático, de inercia variable. El eje del puente es una curva y contracurva. La obra, dirigida por el ingeniero Manuel Reventós i Rovira, tuvo un coste de 758.034.395 pesetas, financiado por la Generalitat de Catalunya (613.034.395 pesetas) y la Diputació de Tarragona (145.000 pesetas). El puente se empezó a construir el 10 de mayo de 1987 y se inauguró el 23 de febrero de 1991.

Con motivo de la inauguración del puente se erigió el Monumento al Llaguter, obra de Clari. Se trata en palabras del escritor benifalletense Francesc Cots de "L’homentaged’unpoble i d’unaterraquenooblida el treball i l’esforçdelsdarrersnavegants de l’Ebre”.